lunes, 9 de noviembre de 2009

El tigre de Atlántida


Hace unos 12 años ( mo se ahora que pasará) alquilamos casa en Atlantida para pasar el verano. la casa tenia un lindo fondo y unas hortensias espectaculares que viraban del rosa al lila y al celeste. la playa tenia pinos al ingresar y si el sol se ponia fuerte nos ibamos a leerr o dormitar bajo los pinos. Muy cerca de la playa habia una plazoleta traingular sobre la costanera, con un terrnso alambrado con uan entrada: el Zoo de Atlantida. Ese mini zoo junto al mar tenía muy pcocos animales : dos monos, unos pavos reales , y un tigre de Bengala .

El tigre desentoanaba a más no poder con ese paisaje de playa y pinos , porque no debe haber ni playa ni pinos en Bengala. Berllo y majestuosos, el tigre miraba sin comprende a los niños que lo rodeaban cominendo algodón de azúcar.Lo cierto es que a las seis de la tarde el tigre comenzaba rugir a más no poder, de un modo que se escuchaba en todo el pueblo, poniendole un sonido surrealista a la tarde de verano.
Con los chicos ibamos a visitar al tigre cada tarde al volver de la playa. Un dia encontré al guardián del zoo, y le pregunté por que el tigre rugía tanto . " Es que le tengo que dar de comer a esta hora", me dijo el muchacho . "Pero no puedo darle de comer". " ¿ Por qué no?" , le pregunté. "Porque la carne todavía está congelada, y tengo que esperara que se descongele". Imaginé que un guardian cuya unica funcion es darle de comer al tigre a la tarde, se iria de parranda cada noche, se despertaba a tiempo para alinentar al tigre, pero por dormir la mona se olvidaba siempre de retirar la carne del freezer. Asi dormimos cada noche bastante mal, pensando que a tres cuadras habia un tigre rugiendo, muerto de hambre, con ganas de hincar el diente en carne caliente al fin . Un tigre hambriento en la playa me pareció la mayor de las uruguayeces, y fue la anecdota que inauguró en mi mente la idea de un libro sobre este tema : el tipo de cosas exageradas y surrealistas que sólo pasan en Uruguay.